Las Médulas, la bella cicatriz que Roma dejó en el paisaje leonés

Hay que llegar al corazón de la comarca leonesa del Bierzo para situarse ante uno de los paisajes más sobrecogedores de España: Las Médulas. Son la huella paisajística más fascinante dejada por las antiguas minas de oro romanas. Declaradas Patrimonio Mundial por la Unesco en 1997, no solo son un testimonio único de la minería imperial en Hispania, sino también un destino imprescindible para viajeros amantes de la historia vinculada a la antigua Roma; así como de la naturaleza que, sobre este inmenso panorama ha embellecido Las Médulas con el paso del tiempo convirtiéndolas en su grandiosa obra maestra.

Hace dos mil años (entre los años 30 y 40 a.C.), cuando Roma amplió sus fronteras hasta la actual comarca de El Bierzo (León) lo hizo con el objetivo puesto en la riqueza de depósitos auríferos de este territorio. Un mineral noble con el que se acuñaba la moneda de uso legal (aureus) que sustituyó al denario de plata. El áureo alentaba la expansión del Imperio financiando las campañas de las legiones, compraba lealtades de pueblos aliados y estabilizaba la economía imperial.

Este mineral dorado, convertido en símbolo del poder imperial, reescribió el paisaje hispano de Las Médulas al transformarlo en la mayor mina de oro a cielo abierto de su Imperio. De aquí salió el oro que movió legiones y financió la expansión imperial porque en Las Médulas se extrajeron cerca de 5000 kilos de oro; una riqueza que alimentó el lujo y el reinado esplendoroso de los emperadores romanos.

Pero lo más asombroso no es la cantidad de oro que extrajeron, sino cómo lo obtuvieron: los notables conocimientos mineros y las habilidades técnicas romanas idearon una ingeniosa técnica llamada ruina montium que complementaba otros métodos empleados para explotar el polvo de oro de los depósitos secundarios hallados en Las Médulas.

La ruina montium es una técnica que consistía en derribar montañas. Se lograba gracias al uso de un sistema de canales diseñado por Roma para el desarrollo de las técnicas mineras en la explotación aurífera. Una red de canales, algunos con más de 100 kilómetros de longitud, traían el agua, a través de su trazado de suave pendiente, desde ríos cercanos como el Cabrera y el Sil hasta las laderas de Las Médulas. Entonces, el agua era almacenada en áreas excavadas en la parte alta de las montañas e inyectada en las galerías en pendiente y sin salida excavadas en las montañas.

El agua se convertía en una presión extraordinaria una vez que entraba de golpe en las galerías interconectadas, lo que finalmente provocaba una explosión, un colapso masivo que movía las tierras. El agua y el ingenio romano fueron capaces de mover toneladas de materiales sedimentarios, mientras el oro, el mineral ansiado, era extraído de manera industrial con derrumbes controlados que removieron alrededor de 500 hectáreas de terreno.

El verdadero tesoro de Las Médulas era el agua; además de inyectarse en las galerías ciegas excavadas en las montañas servía para lavar de lodo y piedras el agua cargada de oro. Se hacía en los canales de lavado (agogae) donde se separaba el oro. Inicialmente se hacía pasar el lodo por los canales primarios que, forrados con ramas de brezo y retama, retenían las partículas más pesadas como el oro. En segundo lugar se empleaban las balsas de decantación, donde el agua era detenida en estanques para que el oro más denso se depositara en el fondo. Por último se realizaba la recolección final, en la que los mineros raspaban los sedimentos (en algunas ocasiones empleaban mercurio) para separar el oro de otros minerales disueltos. Estos procesos en los que se movían cantidades ingentes de agua dieron lugar a conos de deyección que en la actualidad son las características colinas rojizas de Las Médulas; asimismo hizo surgir lugares nuevos como el lago de Carucedo.

El resultado está ante nuestros ojos: un paisaje de leyenda tramado de arenas rojizas, barrancos imponentes y humedales que, en conjunto, parece sacado de una pintura impresionista.

Nos encaminamos a Las Médulas con A-Roma para adentrarnos en el pasado minero que experimentaron durante cerca 200 años, los que duró su explotación. Lo hacemos gracias a sendas orladas de castaños centenarios que discurren entre restos arqueológicos y se asoman a las entradas de las galerías horadadas por la fuerza del agua. Conducen a miradores que se abren sobre panorámicas sobrecogedoras que revelan la extensa magnitud que alcanzó la explotación minera. Y llegan hasta las orillas de humedales que, hoy naturalizados, bullen ricos en vida salvaje mientras que en su origen sirvieron para facilitar las labores mineras de lavado y separación del mineral.

Escucha y déjate llevar por el silencio que domina tan cautivador paisaje, sobre todo al atardecer cuando el sol enciende de tonalidades rojizas sus laderas. Retrocedemos en el tiempo: imagina el bramido del agua avanzando con una fuerza incontenible… Entramos en Las Médulas.

Principales yacimientos arqueológicos

Para entender cómo se inició la transformación de estas montañas, hasta convertirse en la maravilla de paisaje que contemplamos hoy en día, nos vamos al principio de los tiempos, visitando los principales yacimientos arqueológicos de Las Médulas.

Los asentamientos de las poblaciones prerromanas y su forma de vida antes de la llegada de Roma en estas tierras tienen un magnífico testigo en la montaña de Paradela de Muces, en Priaranza del Bierzo. El asentamiento prerromano del castro de la Peña del Hombre es uno de los enclaves más ancestrales de Las Médulas (año 170 a.C.) y uno de los más llamativos por situarse al borde de un peñasco. Sus habitantes, agricultores y pastores, aprovechaban los pastizales de las brañas del valle de Ferradillo y los recursos que proveían los bosques de robles y pinos del entorno.

Aunque de pequeñas dimensiones, era un magnífico poblado, con foso y muralla defensiva, que garantizaba una vida tranquila a los habitantes de sus siete viviendas distribuidas en dos calles paralelas a la muralla. Disponían de alimento gracias a sus rebaños (vacas, ovejas, cabras y algún cerdo), cultivos, las abundantes fuentes del lugar y la riqueza de minerales alrededor. Además disfrutaban de unas vistas de impresión, a 1441 metros, sobre el paso desde la meseta hacia las tierras del noroeste peninsular hasta que fue abandonado, durante el siglo I d.C., con el avance de la romanización del territorio.

El asentamiento prerromano disfruta de magníficas vistas del valle de Ferradillo, al que se puede acceder en coche o caminando 3,5 kilómetros desde el mirador situado a la entrada de la localidad de Paradela de Muces. El murmullo del arroyo Ferradillo y los robles envuelven el yacimiento abrigado bajo la peña de la que toma denominación. Una recia muralla de 3 metros y dos calles paralelas a ella, alojadas en su trazado interior, reflejan el urbanismo arcaico del asentamiento al que se accede por su única puerta vigilada por un torreón circular.

Visitar la Domus de Pedreiras de Lago supone adentrarse en el estilo de vida que mantenía la élite de funcionarios romanos encargados de la administración de la explotación minera. Es una villa ubicada estratégicamente junto al lago de Carucedo, en las inmediaciones del pueblo homónimo. A su vez se halla al pie de la calzada romana que comunicaba las ciudades de Asturica Augusta (Astorga) con Bracara Augusta (Braga) al norte de Portugal.

Entre los muros semienterrados de esta villa romana, abierta hacia el lago pero protegida de los vientos dominantes, se distingue el atrio que servía para recibir al recién llegado y en cuyo centro aún se ven restos del impluvium o sistema para recoger y canalizar el agua de lluvia. También se observa el comedor principal o triclinium. Con vistas al lago, era el espacio destinado a los banquetes mientras se comentaban asuntos ligados a la producción aurífera. El mortero impermeable (opus signinum impermibilia) pavimenta diversas dependencias como dormitorios y estancias privadas de sus habitantes, algunas de las cuales conservan frescos en sus paredes. Por sus muros más toscos se diferencian los almacenes y habitaciones del servicio, siempre próximas a las zonas de trabajo como las cocinas; así como por la acumulación de aceite o grano en ánforas de barro.

Uno de los primeros momentos en Las Médulas tiene que llevarnos hasta alguno de sus miradores. Son privilegiados centinelas del paisaje y su huella histórica que nos permiten hacernos una idea de su magnitud y la inmensa belleza resaltada por pináculos, denominados picuezos a la manera local, y farallones anaranjados.

Te costará elegir uno solo como favorito, porque cada uno regala una panorámica de vértigo. Como el mirador de Reirigo que, situado a 979 metros de altitud, garantiza las vistas impresionantes a quien se aventure antes a recorrer la senda de Reirigo. Se trata de un itinerario de montaña de 4 kilómetros que comienza en el Aula Arqueológica de Las Médulas. Es recomendable únicamente para personas habituadas al montañismo y se desaconseja realizarla con niños. Discurre entre galerías y cuevas dejadas por la técnica minera hidráulica, como la cueva Reirigo, para alcanzar finalmente, tras una pronunciada pendiente, el mirador con sus vistas sobresalientes sobre la esencia de Las Médulas recortada contra las montañas leonesas.

El mirador de Las Pedrices nos familiariza con una de las sendas más transitadas del Espacio Cultural y Natural de Las Médulas, la senda de Las Valiñas. En su itinerario circular, que se inicia junto al Centro de Visitantes de Las Médulas, ofrece una desviación hasta el mirador que desvela unas vistas privilegiadas de Las Médulas, el pueblo homónimo y el lago de Carucedo en la distancia. Al mirador de Las Pedrices también se accede siguiendo la senda Perimetral (14,5 kilómetros) que recorre Las Médulas.

Apenas a un kilómetro de la localidad de Las Médulas se encuentra el mirador de Chaos de Maseiros y, recorrer esa distancia que lo separa de la iglesia nos permite asomarnos a la senda del lago Somido; y tal vez plantearnos llegar hasta este lugar donde se lavaban los materiales mineros para separar el oro. Al llegar al mirador quedan ante nuestros pies los estériles retirados durante la etapa final del proceso minero. Pisamos milenios al ver el depósito de Chao de Maseiros y el paisaje a su alrededor que aún guarda las huellas de las transformaciones mineras. Mientras disfrutamos del panorama del lago de Carucedo y la localidad de Las Médulas enmarcados con el embalse de Campañana a lo lejos.

El agua ha sido la gran protagonista de Las Médulas, no solo por su papel esencial para la minería romana a cielo abierto que devastó las montañas, sino por los humedales que dejó a su paso y que hoy son ventanas al pasado y, al mismo tiempo, refugios de vida.

El Lago Somido (Sumido), es el humedal más icónico por su origen a partir del colapso de las galerías mineras. Sus orillas rojizas, y los montones de cantos rodados en sus inmediaciones que fueron extraídos de los conglomerados de la montaña (murias) demuestran su origen como zona de lavadero del lodo donde se separaba el oro y que también atestiguan otras pequeñas lagunas a su alrededor como la de Pinzais y la Larga. Sobre sus aguas serenas, los nenúfares añaden un toque de delicadeza al paisaje mineral de Las Médulas. Aunque no son vegetación natural de la zona, con sus hojas grandes y brillantes y sus flores blancas y rosadas, los nenúfares añaden un hermoso contraste en medio de las montañas rojizas.

Una vez que la actividad minera se detuvo, los lodos arrastrados con la fuerza del agua de la montaña y por el sistema de evacuación de estériles se originó el cierre de estas zonas de lavado. El taponamiento que provocaban crearon lagos como el Somido. En la actualidad es una fantástica masa de agua envuelta de carrizos y juncos y adornada por la belleza exuberante de los nenúfares floreciendo en primavera. Antes de que el verano la seque, se convierte en placer de naturalistas al permitir descubrir en sus aguas a exclusivos habitantes silvestres como el tritón palmeado, la rana verde, la ranita de San Antonio, el sapo común o la salamandra común.

La mayor acumulación de agua fruto de la explotación minera durante casi 200 años, es el Lago de Carucedo, una extensa lámina de agua situada junto a la Domus de Pedreiras de Lago. Su espejo de agua actual, ajeno a las minas abandonadas, es un magnífico entorno donde disfrutar en contacto con el agua, ya sea practicando deportes acuáticos, un refrescante baño, relajándose ante su serena visión, practicando yoga o senderismo mientras se disfruta del paso del tiempo milenario que le ha dibujado su belleza al natural.

Las localidades de Las Médulas son el testimonio pausado del equilibrio humano con el paisaje. Al pie de caminos que transitaron los romanos y siguen recorriendo los peregrinos jacobeos, cada pueblo, por pequeño que sea, merece una parada. Las mismas rocas que vemos en las montañas, sobre todo la pizarra, son las que fundamentan la arquitectura de sus viviendas; junto a la madera de balconadas que, bien abrigadas de lluvia y viento, son una abierta bienvenida a los días soleados.

Destacan localidades como San Pedro de Trones que resaltan su alianza con la importancia del agua y por ello se asientan junto a los principales ríos que rodean Las Médulas: Sil y Cabrera. Otros reconocen con su origen el trasiego de los caminos que llevan y traen cultura y prosperidad como Villalibre de la Jurisdicción, núcleo rural que superpone la calzada romana, el Camino de Invierno a Santiago y el símbolo de la pionera red de carreteras españolas que era una Camino Real.

Adentrarse en localidades como Lago de Carucedo y Las Médulas es situarse en el corazón de la explotación minera de época romana. Si bien el actual núcleo de Carucedo se fundó en el Medievo, como parte del reino de León, se ha constatado la existencia de asentamiento poblacional permanente en las inmediaciones del lago desde tiempos romanos. El pueblo, situado a 23 kilómetros de Ponferrada y a 140 kilómetros de la ciudad de León, brinda una magnífica muestra de la arquitectura tradicional de muros de piedra y tejados de lajas de pizarra.

De las magníficas vistas del lago de Carucedo se disfruta en el pueblo de Villarrando. Envuelto de longevos castaños y encinas es el lugar de nacimiento del arroyo Oreixai cuyas aguas alimentan naturalmente el lago. Cercano se halla el núcleo rural de La Campañana que da nombre al embalse vecino también denominado Salto de Cornatel por su aprovechamiento hidroeléctrico.

La localidad de Las Médulas, situado a 27 kilómetros de la capital de El Bierzo, Ponferrada, reparte su trazado urbano entre dos barrios organizados alrededor de la fuente y el lavadero, y de la iglesia de San Simón y San Judas Tadeo. Además de ser el punto de inicio de la senda de las Valiñas que conduce a lugares extraordinarios del paisaje minero como la Cuevona y la Encantada, es también uno de los centros neurálgicos de información de Las Médulas puesto que cuenta con el Aula Arqueológica y el Centro de Recepción de Visitantes de Las Médulas.

En el límite con tierras ourensanas, núcleos de población como La Barosa y El Carril marcan la vecindad con territorio gallego entre encinas, castaños y olivos y despiden el tránsito leonés del río Sil.

A orillas del mismo río, Salas de la Ribera destaca por ser la localidad de menor altitud de la provincia leonesa y por su iglesia de San Andrés Apóstol que perteneció a la encomienda templaria asentada en Ponferrada. Es un patrimonio cultural valioso (siglo XIII) que se suma a un excepcional tesoro paleontológico del lugar como es la gran concentración en sus rocas de graptolitos silúricos, unos fósiles de pequeños organismos marinos coloniales que vivieron bajo el océano hace 424 millones de años.

Un puente sobre el río Cabrera, que algunos autores asignan a la época romana, da nombre al pueblo y reconoce la importancia que las aguas de este curso fluvial adquirieron para la explotación aurífera imperial. De sus aguas, así como de las de sus afluentes que discurren por la margen norte de su cuenca, se alimentaba la red de canales que conducían el agua hasta la explotación minera.

A su pasado romano se suma su desarrollo medieval, al que debe su puente actual, en cuya orilla se refresca su vecindad ante el calor del estío; también asociado a ser lugar de acceso a Las Médulas.

Pasear por sus calles tranquilas, adornadas con balconadas floridas conduce hasta la Plaza Mayor, donde asoma la iglesia de San Pedro Apóstol, y al barrio de los Molinos donde hubo antiguas fábricas de luz e ingenios de molienda que fomentaron su industria ligada al agua. Desde el pueblo, acceder al mirador de la Peña del Castro es un paseo aconsejable para divisar el embalse de Peñarrubia  que hace de las aguas del Sil un bello remanso líquido.

En la localidad se encuentra el Aula de los Canales romanos «Luis del Olmo» donde sus contenidos museográficos recrean la dimensión e importancia que esta red de canalizaciones, ingeniosamente diseñada para salvar las dificultades orográficas de las montañas, supuso para la explotación aurífera de Las Médulas.

Por la ciudad pasa el Camino de Invierno a Santiago que, hasta el siglo XVIII, evitó los rigores invernales del Camino Francés. Condiciones climatológicas que afectaban normalmente a su paso por el puerto de O Cebreiro, donde era común la nieve. También el paso de los ríos que se convertían en obstáculos insalvables con la abundancia de precipitaciones de la estación.

En tiempos invernales, este sendero bullía de vida: comerciantes y viajeros lo surcaban con frecuencia, enlazando los reinos de Galicia y León. Sin embargo, en el siglo XVIII, su esplendor se eclipsó al abrirse una nueva ruta hacia Galicia a través del valle del ríol Valcárcel, relegándolo al olvido.

Hoy, aunque el rigor del clima ya no supone un obstáculo para el caminante bien pertrechado, el Camino de Invierno —o Camino Real de Invierno, como aún se lo nombra en Castilla y León— sigue siendo una de las alternativas más seductoras y secretas para alcanzar Santiago de Compostela. Pero no solo eso: es también una invitación a revivir la historia de Las Médulas atravesando las mismas sendas que por su paisaje discurren. De los 271,3 kilómetros de distancia que cubre el Camino de Invierno a Santiago, son 35 kilómetros los que transcurren atravesando el paisaje de Las Médulas.

Dicho trayecto discurre por Villalibre de la Jurisdicción, Priaranza del Bierzo, Santalla del Bierzo, Villavieja, con vistas al peñasco sobre el que asienta el castillo de Cornatel, y el pueblo de Las Médulas. Desde aquí continúa los últimos 12,4 kilómetros para finalizar la etapa en Puente de Domingo Flórez. Desde donde se adentra en Galicia siguiendo los cauces de los ríos Sil y Miño. Una experiencia única donde el senderismo se funde con la huella arqueológica y el impulso espiritual de la ruta jacobea. Un viaje que es, al mismo tiempo, camino y leyenda.

Antes de abandonar Puente de Domingo Flórez conviene admirar las bodegas tradicionales que, a las afueras del pueblo, son cuevas excavadas en la tierra donde maduran los vinos de la tierra, con Denominación de Origen El Bierzo. A ellas se suman nuevas y jóvenes bodegas que aprovechan las singularidades del terreno para cultivar viñedos con alma propia. De hecho, tal es la producción y variedad de caldos que fundamentan encuentros como la feria del Vino, que se celebra cada mes de abril y acompañan las fiestas de San Pedro, encuentro festivo patronal del municipio donde un buen vino berciano resulta inseparable del buen comer y el sonido del folclore local. De igual manera, el festival Vignerons reúne cada año a los guardianes de estos viñedos de montaña: viticultores, enólogos y productores que, entre terruños escarpados y vendimias ecológicas, moldean vinos con alma.

El hechizo visual que ejercen Las Médulas hace que sea difícil alejarse de ellas, y de sus impresionantes amaneceres y atardeceres, momentos del día que les sacan sus mejores colores. Pero esta zona de León bien lo merece porque en sus inmediaciones esperan atractivos que ofrecen mucho más, combinando historia, naturaleza y tradición.

Es el caso de la fortaleza medieval del castillo de Cornatel que goza de unas vistas impresionantes sobre el río Sil y una historia ligada a la presencia templaria en el territorio. Situado en Villavieja, en las inmediaciones de Priaranza del Bierzo, a 12 kilómetros de la localidad de Las Médulas y 16,7 kilómetros de Ponferrada, bajo el mando de los caballeros templarios cumplió una importante misión: velar por el tránsito seguro de los peregrinos que se encaminaba hacia Santiago de Compostela. Vigilancia que previamente había desempeñado en su pionero origen (siglo IX) cuando se construyó para afianzar el avance cristiano después de la retirada musulmana. Dos siglos después su historia se hizo indisociable de la aristócrata berciana Jimena Muñiz, quien lo gobernó desde el año 1093 en recompensa por ser concubina nobilissima y dar dos hijas a «el Bravo» como era conocido el rey leonés Alfonso VI.

A 25 kilómetros de Las Médulas se encuentran las ruinas del monasterio de Santa María de Carracedo, una de las joyas históricas y arquitectónicas más valiosas de la comarca de El Bierzo. Remota su origen al año 990 cuando fue erigido como cenobio desde el que se ejercía el poder religioso medieval y protegía a los monjes y comunidad civil a su alrededor de las incursiones musulmanas. Si bien en su origen fue benedictino, fue durante su etapa cisterciense cuando adquirió su esplendor como centro espiritual y cultural de la Baja Edad Media, y, al mismo tiempo, aumentó su poder en la región.

Entre montañas y viñedos, fue una plaza fuerte impregnada de valores espirituales donde dicen que se refugió la reina Urraca I de León y fueron elegidos los primeros representantes democráticos de los leoneses en las Cortes de Cádiz.

La belleza nostálgica de su arquitectura, incluso en ruinas, deja ver las huellas de su fulgor en las tres naves de su iglesia abacial de transición del románico al gótico. Los bellos capiteles decorados y bóveda de crucería hacen todavía imponente la sala capitular; mientras que el claustro conserva la austeridad cisterciense entre sus arcos ojivales.

La capital berciana, Ponferrada es una parada indispensable para los apasionados de la historia medieval que tiene su emblema urbano en el castillo de los Templarios. Murallas almenadas y torreones dan la bienvenida a sus dependencias, entre las que se conserva una de las mejores bibliotecas de la historia de esta orden religiosa y guerrera.

El paseo por el casco antiguo conduce la zona alta, de calles empedradas y casas blasonadas, se asoma a la antigua muralla, a su torre del Reloj y al museo del Bierzo. Este último se halla enclavado en la antigua cárcel real y ofrece un excepcional viaje histórico por la comarca de El Bierzo hasta llegar a la prehistoria, además, en sus dependencias no faltan vestigios romanos como monedas y cerámicas imperiales. De hecho Ponferrada se sitúa al pie de la Vía Nova que comunicaba Astorga y Braga y por la que era transportado el oro extraído de Las Médulas. De hecho el puente romano de la ciudad (Pons ferrata) probablemente era un punto esencial para el paso de tan valiosa mercancía.

En el corazón de Ponferrada se ubica el museo Luis del Olmo que rinde homenaje a este legendario periodista español cuya voz acompañó a generaciones desde programas como «Protagonistas». Más que una colección de micrófonos y premios, el museo es un viaje sonoro por la España del siglo XX: migraciones, cambios sociales y la fuerza de la radio como testigo de una época.

Otra sugerente propuesta expositiva la ofrece La Térmica Cultural: una antigua central térmica de minería y ferrocarril, reconvertida en espacio cultural, que es un símbolo de la identidad industrial de El Bierzo. Un espacio atractivo donde el carbón se convirtió en arte. En su arquitectura de ladrillo y hierro alberga hoy exposiciones vanguardistas, conciertos y proyectos que dialogan con el pasado minero de la comarca.

Historia, vino, piedra y silencio nos llevan a localidades como Villafranca del Bierzo, la puerta monumental de El Bierzo con su pintoresca calle dedicada al Agua por la que atraviesa la ruta jacobea y conduce ante la vistosa portada románica de la Colegiata de Santa María. Aunque es la iglesia de Santiago, donde los peregrinos podían redimir sus pecados atravesando su Puerta del Perdón. Las torres almenadas del castillo palacio de los marqueses de Villafranca (siglo XVI) hoy solo vigilan los viñedos, en su mayoría de variedad mencía, que crecen al piedemonte, concentrando esencias de tradición. Sus uvas maduran en la oscuridad y silencio de las bodegas subterráneas que horadan el subsuelo del barrio de Tejedal.

En Molinaseca habremos de cruzar el puente medieval de los Peregrinos, sobre el río Meruelo y visitar la Plaza Mayor con sus acogedores soportales y sus casas blasonadas. También es recomendable llegar hasta la ermita de San Roque, un magnífico mirador hacia los montes Aquilianos.

En pleno valle del Silencio, la localidad de Peñalba de Santiago guarda la arquitectura tradicional berciana culminada con tejados de pizarra y paredes tramadas de barro y paja. Su iglesia mozárabe de Santiago es un tesoro histórico donde deleitarse ante sus arcos en herradura y sus ventanas en cruz. En este valle donde dicen que mora el silencio resulta imprescindible buscarlo como los eremitas: en pequeños refugios como la cueva de San Genadio, a la que se llega caminando entre castaños centenarios.

El núcleo de Cacabelos presume de ser capital del vino y también de la huerta berciana. Pero también es testimonio de la presencia de Roma en el territorio Bergidum Flavium, con los yacimientos de La Edrada y Castro Ventosa. Además es camino de peregrinos compostelanos como confirma su albergue que fuera un antiguo hospital jacobeo. El museo M.A.R.C.A. es una interesante visita ligada al arte desde la prehistoria hasta el siglo XX. Se halla instalado en pleno Camino de Santiago en un edificio emblemático que fue usado como bodega como podemos ver en el lagar del sótano y los doce tinos donde se almacenaba el vino.

Hasta el pequeño pueblo de San Miguel de Dueñas nos lleva el silencio, el que envuelve su monasterio cisterciense (fundado en el siglo X) de portada románica todavía habitado por monjas de clausura. Se pueden visitar y escuchar sus cantos gregorianos durante la misa o conocer su huerta, donde se cultivan verduras y hierbas medicinales con conocimientos guardados desde hace un milenio. El paseo urbano se prolonga por la orilla del río Boeza, respirando el ambiente de serenidad que envuelve a la localidad.

El pueblo de Compludo suma un rico patrimonio arquitectónico de casas tradicionales de piedra, con tejado de pizarra y balcones corridos de madera, a la huella de viejas minas romanas de oro como canales que conducían el agua a Las Médulas. En el valle del río Compludo donde se asienta la localidad también se localizan los restos de una villa romana que formaba parte del aprovechamiento mineral de Las Médulas. Las monedas y restos de cerámicas hallados en este yacimiento arqueológico confirman que la villa estuvo habitada entre los siglos I y IV d.C., y posiblemente ligada al abastecimiento de las legiones o el transporte del oro de Las Médulas hacia Asturica Augusta (Astorga)

El agua forma parte indisociable de Compludo, desde su amplia red de canales romanos, a sus molinos tradicionales al pie del río y en la cascada del Gualtón, la más alta de la comarca de El Bierzo y a la que se accede caminando desde Carracedo de Compludo.

En vehículo privado desde Ponferrada (20 kilómetros) se accede a Las Médulas por la carretera N-536. Mientras que desde León (120 kilómetros) se accede en 1.30 horas por la AP-71 y la A-6 en dirección a Ponferrada para, en Toral de los Guzmanes, continuar por la N-120 hasta llegar a Carucedo.

Desde Ourense hay que seguir la A-75 y la N-120 en dirección a Ponferrada para después tomar la N-536 que, en 1.40 horas aproximadamente, lleva hasta Las Médulas.

Desde Madrid es la carretera A-6 la vía utilizada para llegar hasta las Médulas, pasando por Ponferrada, en 4 horas aproximadamente, tiempo para recorrer los 370 kilómetros que las separan.

En transporte público desde Madrid hay que viajar en tren Alvia hasta Ponferrada y cambiar de tren en León; o bien viajar en tren Intercity, que dispone de menor frecuencia, pero va directo a Ponferrada. La duración del trayecto es de 4-5 horas. Una vez en Ponferrada se recomienda contratar un traslado privado para dirigirse hasta Las Médulas.

En autobús desde León hay que tomar autobús ALSA que conecta con horario frecuente con Ponferrada en 1.30 – 2 horas.

En transporte público desde Santiago de Compostela se llega en 3.30 horas a Ponferrada en autobús ALSA. Desde A Coruña viajar con la misma empresa de autobuses de línea regular requiere 4-5 horas. Mientras que si se viaja en tren hay que dirigirse a Ourense (1.30 horas) y después tomar un autobús ALSA hasta Ponferrada que tarda 1.30 horas. Desde Vigo hay autobús de ALSA a Ponferrada que tarda 3 horas vía Ourense. El trayecto en bus desde Ourense es de 1.30 horas.

En Las Médulas no será solo la historia ligada al oro de su paisaje lo que te va a cautivar. Su mesa también brilla con los sabores bercianos, donde cada plato cuenta una historia y cada bocado desprende aromas de tradición.

Para lograrlo cuenta con platos que alimentan el alma como el potaje berciano, elaborado a base de alubias, morcilla, chorizo y verduras de la huerta como la berza. Se suman las sopas de ajo, esencia de los sabores rurales, y el reconstituyente botillo de El Bierzo. Con sus piezas de carne de cerdo embutida, ahumada y semicurada es el auténtico rey de la mesa. Elaborado lentamente, a la manera tradicional, llega al paladar con el mimo de las cosas bien hechas.

Entre los sabores más exclusivos y arraigados de la tierra, no dejes de saborear la empanada berciana o los pimientos asados. Te sorprenderán desde la carta de establecimientos tradicionales, pero también incorporados a las sugerencias de jóvenes talentos gastronómicos que están revolucionando la oferta restauradora de la zona y alcanzando el cielo al conseguir el reconocimiento de las estrellas Michelín.

La Unesco no solo protegió el paisaje, sino también la simbiosis entre el legado romano y la cultura rural en armonía con el paisaje que ha perdurado hasta nuestros días. Algo que reflejan los vinos de la tierra con Denominación de Origen Bierzo. Cultivados en pequeñas parcelas son el origen de las características variedades vitivinícolas: Mencía y Godello, perfectamente adaptadas al terreno y al clima moderado de la zona. También reconocen la singularidad de este territorio las bodegas de renombre internacional que están instalándose en él. Para conocer la singularidad de cada una, existe una amplia oferta de visitas y catas en los propios viñedos que ayuda a entender la estrecha alianza de los caldos con el paisaje berciano.

Si tus papilas gustativas ya están preparadas para un viaje en el tiempo, deja que te preparemos una mesa con historia. [link interno]

Para el viajero que busca silencio, el nómada digital, el amante de la aventura, los encuentros de empresa o quien colecciona momentos con los suyos: Las Médulas ofrecen el lugar adecuado donde reponer fuerzas. Un telón de fondo esculpido por el oro y el tiempo donde cada propósito encuentra su rincón. Desde refugios con alma hasta alojamientos que son experiencias en sí mismas, aquí no solo descansas: vives historias que perduran.

En pueblos como Carucedo, Priaranza de Bierzo y Puente de Domingo Flórez despertarás entre leyendas del oro en el paisaje de picuezos rojizos de Las Médulas asomado a la ventana de una casa rural de piedra y madera sintiendo el rumor del aire entre las hojas de los castaños en un paisaje con alma.

A su vez, la extensa comarca de El Bierzo sorprende con una gran variedad de alojamientos. Ya sea entre viñedos, en palacetes o localidades con historia como Villafranca del Bierzo, entre otras, te sorprenderá con un descanso con sello propio en estancias únicas.

Sin perder la magia del paisaje del oro, pero con la comodidad de una urbe, Ponferrada, situada apenas a 20 kilómetros de Las Médulas, es la opción perfecta, a la sombra de los templarios, para descansar y al mismo tiempo disfrutar de su ambiente nocturno. Dinos si quieres que te busquemos el cielo estrellado de El Bierzo [link interno] que se adapte a tus deseos.

Desde una típica cena berciana, hasta disfrutar del mejor amanecer pintando de dorado el paisaje de Las Médulas, podemos prepararte un itinerario único para vivir Las Médulas [link interno] sin complicaciones y con todo listo para que tu viaje A-Roma sea una escapada perfecta para ti y los tuyos.

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